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EL MUNDO

01 de octubre de 2018

Opinión

Mar para Bolivia

Por Ariel Basteiro

En 1825, Bolivia nació a la vida independiente con una costa de aproximadamente 400 km sobre el Océano Pacífico; un 14 de febrero de 1879 Chile invadió territorio boliviano para usurpar un corredor costero de 120.000 km2. El pretexto era defender los intereses de una empresa chilena con capitales británicos que se dedicaba a la explotación del guano y la salitre, interés que entró en conflicto cuando Bolivia intentó hacer efectivo el cobro de un impuesto de 10 centavos por 100kg de salitre exportado. Obviamente detrás del conflicto estaba la mano británica fogueando los acontecimientos sucesivos; unos años antes el gobierno de la Reina de Inglaterra habían provisto de armamento a Chile no de manera inocente. En consecuencia, Bolivia perdió su acceso al mar, su condición marítima, y quedó como país mediterráneo, también perdió las minas de plata y cobre más grande del mundo que luego hicieron de Chile casi su riqueza más importante y motor de su desarrollo.

Chile durante casi 140 años ante el reclamo boliviano de recuperar su litoral marítimo y poner en discusión un tratado de límites firmado entre los dos países en 1904, siempre postergó las intenciones de Bolivia, si bien Chile es consciente del perjuicio ocasionado a Bolivia y ha reconocido en reiteradas oportunidades que Bolivia no puede quedar indefinidamente enclaustrada. Pese a ello, siempre contestó con evasivas, siempre aceptando armar mesas de discusión y dilatando la posibilidad de cualquier acuerdo,  nunca diciendo que no, siempre utilizando el quizás; esta estrategia fue llevada adelante por gobiernos de derechas, socialistas, socialcristianos, dictaduras militares, con una firme decisión de no dar lugar al reclamo,   pero siempre mostrándose como predispuestos.

 

Bolivia por su parte se ha visto en la necesidad de hacer uso de los mecanismos de solución pacífica de controversias internacionales previstos en el Derecho Internacional. El reclamo de sus derechos soberanos sobre el Pacífico es considerado en Bolivia una causa nacional, intensificada desde la llegada de Evo Morales al gobierno en el año 2005, un reclamo histórico que llevaron adelante gobiernos de izquierda, de derecha y dictaduras. 

 

Tiene alguna similitud con nuestro reclamo de Malvinas, fundamentalmente en la conciencia social que se logró establecer en el pueblo, es materia de estudio y reivindicación en todos los ciclos escolares, el himno al mar se canta en prácticamente todos los actos oficiales y fechas destacadas; el 23 de marzo, día que recuerda la defensa de la ciudad de Calama en el primer enfrentamiento de la guerra conocida como la del Pacífico, es conmemorado como fecha patria con su feriado correspondientes. Plazas, calles y monumentos recordando a los mártires de esa guerra. En definitiva, un sentimiento nacional unánime en el pueblo boliviano que ha planteado al mundo un grito, una súplica: mar para Bolivia.

 

Cuando en el 2005 Evo Morales llegó a la presidencia comenzó un trabajo persistente de abrir negociaciones con el objetivo de reclamar un enclave con soberanía marítima y territorial sobre el Océano Pacífico, lo hizo en los encuentros bilaterales con los gobiernos de Michelle Bachelet y  Sebastián Piñera. Sin encontrar avances en su posición y quizás percibiendo que se encontraba ante una política de estado por parte de Chile que era comandada desde la Cancillería del país trasandino, Morales anunció en marzo del 2013 y un mes después en abril presentó ante la Corte Internacional de justicia la demanda reclamando una salida libre y soberana al Océano Pacífico.

 

La estrategia boliviana que logró el apoyo de todo el arco político de este país, no es discutir el tratado de límites de 1904, por más que éste pudo haber sido firmado bajo presión o incumplido sistemáticamente por Chile, no pone en discusión la invasión sorpresiva llevada adelante por Chile sin incluso declarar la guerra. Lo que plantea Bolivia es que Chile se ha comprometido a negociar una salida soberana al mar para Bolivia a través de acuerdos, prácticas diplomáticas y una serie de declaraciones atribuibles a sus representantes del más alto nivel en lo últimos 100 años.

 

Muy posiblemente hoy 1 de octubre la Corte de Justicia Internacional de La Haya que se declaró con jurisdicción para entender en el diferendo, atienda el reclamo boliviano y ello en sí mismo será un triunfo diplomático, político y ético de Evo Morales y de Bolivia. Seguramente Chile, que utilizó este tipo de mecanismo en muchas oportunidades, ante la negativa querrá poner en discusión el fallo, después de que aceptó todo el procedimiento. La opción de un fallo salomónico o no atender el reclamo boliviano mantendrá el conflicto vivo y por ende es poco probable que el Tribunal se predisponga a ello.

Lo que si seguramente pasará es que ya nada será como antes. Bolivia por más que Chile no escuche estará mas cerca del mar y de su reivindicación,  Chile tendrá una derrota y de no cumplir el fallo su costo político ante el mundo será de envergadura.

Alguna vez el vicepresidente de Bolivia Alvaro García Linera explicó una de las razones por las cuales el reclamo de soberanía marítima se sostenía con tanta fuerza; él decía que en muchas guerras y diferendos limítrofes con Brasil, Paraguay, Argentina, Perú y Chile, Bolivia había perdido una parte de la Amazonia, del Chaco, el Altiplano, el Lago Titicaca pero seguía teniendo posesiones en cada uno de esas regiones, lo que sí había perdido por completo era el mar, por eso esa identidad era la única que Bolivia habiéndola tenido aún le faltaba.

 

Son pocos los países en el mundo que están enclaustrados sin salida al mar, es hoy considerado un derecho humano para los pueblos. Evo Morales dice que es un derecho irrenunciable y que ese mar es para los pueblos, es un mar para la Patria Grande. Ojalá que prime el sentido común, y que el derecho, la justicia y la hermandad entre los pueblos empiecen a ser hechos reales.

 

 

* Ex embajador argentino en Bolivia.

https://www.pagina12.com.ar/145650-mar-para-bolivia

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