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LA TRAMA POLITICA DEL PLENO EMPLEO

La retórica habitual de la ortodoxia neoliberal, apela a la metáfora familiar para justificar la austeridad de los recursos del Estado.

Como una familia, el Estado no debe gastar más de lo que le ingresa. Este aparente sentido común, encubre una operación engañosa y falaz.

 

Más allá de que en una familia, en términos generales, no conviven la opulencia con la extrema miseria, la clave que diferencia ambas dimensiones, es que ninguna familia ejerce soberanía sobre su moneda.

 

La familia no puede crear dinero, porqué esa tarea es función monopólica del Estado. En la mayoría de los países, la emisión de moneda es potestad exclusiva y soberana del Estado. De hecho, cerca del 70 % de las naciones

gastan más de lo que ingresa a las arcas del Estado. Sólo aproximadamente 10 países en el mundo tienen superávit fiscal y viven en condiciones de alto desarrollo humano. La mayoría de los países con alta calidad de vida, tienen déficit fiscal. Es decir gastan más de lo que les ingresa. Muchos otros combinan pobreza extrema con superávit fiscal.

 

La Teoría Monetaria Moderna "TMM", es una concepción económico-política, como toda teoría económica, con muchos años de vida, pero con una vigencia creciente, en pleno proceso de politización, es decir, saliendo de la academia. Ella concibe a la política fiscal y monetaria como herramientas que se deben poner al servicio de la productividad, el pleno empleo y la calidad ambiental. Ni lo fiscal, ni lo monetario son “vacas sagradas”, aisladas del bienestar social y el cuidado de la naturaleza.

Actualmente Bernie Sanders, candidato demócrata en EEUU para las elecciones del 2020, lleva como bandera económica la teoría monetaria moderna y el trabajo garantizado. Esta concepción va a competir con posibilidades en el centro del mundo capitalista. Stephanie Kelton es una de las referentes principales y asesora al candidato presidencial.

 

El “New green deal”,es un nuevo contrato, propuesto a la sociedad norteamericana, que busca garantizar el pleno empleo, con una producción que preserve la ecología del planeta.

 

                ¿ES POSIBLE EL TRABAJO GARANTIZADO?

Entre fines de la segunda guerra y mediados de los años 70, el capitalismo genera sus llamados “30 gloriosos años”. Se configura el Estado de Bienestar, una particular asociación entre capital y trabajo, orientada desde el Estado que configuran probablemente sus mejores días. En cada Nación este proceso fue liderado por distintas fuerzas políticas. En la Argentina fue gobernado e impulsado por el peronismo.

Ese período se caracteriza por un alto índice de empleo, y consecuentemente una baja tasa de desocupación.

 

La crisis del petróleo, y el abandono del patrón oro que inicia Nixon durante la guerra con Vietnam, dan como resultado el inicio de la financiarización del capital, con su efectos notables sobre la producción ,el desempleo, y las formas de vida.

 

La desocupación es para la Teoría Monetaria Moderna "TMM" una decisión fundamentalmente política.

 

No existe en la naturaleza de la sociedad la causa de su existencia La humanidad vivió por siglos sin conocer la desocupación. El capitalismo trajo junto, a sus beneficios, el drama del desempleo . El llamado “ejército de reserva” constituido por los desempleados, se transformó en un contingente deseado, para favorecer el dominio del capital. La “tasa natural de desempleo”, slogan tradicional del neoliberalismo, nada tiene de natural, es una construcción política.

 

La posibilidad del trabajo garantizado, puede convivir con el capital y los mercados, y aún favorecerlos, en tanto garantiza una continuidad en la demanda y compensa sus cíclicas recaídas. Tiene en la política fiscal, una herramienta y un fundamento para alcanzarlo.

 

La TMM considera que la política fiscal no tiene un fin en si mismo.

 

Se orienta a promover el crecimiento y el trabajo.

 

Una concepción que contradice el habitual sentido común es que el superávit fiscal, es por definición el déficit de la sociedad privada.

 

Inversamente, el déficit fiscal se convierte en el superávit de la sociedad.

 

Si el Estado gasta $100 y recupera a través de los impuestos $90.La sociedad obtiene un superávit de $10. Por el contrario si recogiera $110 para alcanzar superávit, es la sociedad quién tendría un déficit de $10.

Vayamos al caso actual de nuestro país. Recientemente Dujovne se enorgulleció que en el primer semestre del 2019 Argentina obtuvo un superávit primario de $30000 mil millones. Mientras esto ocurría la Argentina padecía un cuadro social dramático. Dos millones de desocupados, 4 millones aproximadamente de nuevos pobres, y una caída de la producción que se expresaba en una capacidad ociosa del 40% promedio de su estructura productiva. Omito por razones de espacio otros nefastos indicadores. Porqué, este cuadro social, político y económico, puede generar orgullo?. Sin pretender agotar la respuesta a semejante desatino, sólo mencionaré al reduccionismo dogmático, de perfil anti-social que tiene al neoliberalismo como fuente inspiradora.

Los invito a recorrer otro ejemplo, solo alcanzable, si se nutre de fuerza política.

Supongamos que la sociedad y el Estado deciden contratar a la mano de obra desocupada de nuestro país. Ese ejército está formado aproximadamente por dos millones de personas. No quiero subestimar la complejidad técnica y obviamente política de semejante operación, pero no es el objetivo de estas líneas adentrarse en esa temática.

 

Si el Estado ofreciera un salario de $14000 a cada desocupado por una jornada de 8 horas, el costo de esa contratación para esos dos millones, implicaría un gasto anual de aproximadamente 5600 millones de dólares. Esto se acerca al 1,5 % de nuestro PIB. Desde el 11de Agosto, fecha de las Paso ,la Argentina perdió hasta hoy (23dias),cerca de 15000 millones de dólares, es decir, en menos de un mes, se esfumó casi el triple de lo que se necesitaría para aplicar esa inversión pública en trabajo garantizado para la mayoría de nuestra población. No voy a exponer en esta ocasión el beneficio dinamizador de la economía y los efectos recaudatorios, amén de humanos, que ocasionaría semejante inyección de trabajo. El gasto público mencionado anteriormente quedaría mucho más reducido.

 

La idea de constituir al Estado, en contratista de última instancia, permitiría compensar los ciclos de crisis del sistema capitalista que por su propia lógica tiende a desigualar y cronificar las condiciones de vida.

 

El Estado, soberano de su moneda, en tanto crea el dinero. no enfrenta problemas para financiar el desarrollo igualitario de la sociedad garantizando el pleno empleo. Puede comprar toda la fuerza de trabajo disponible y voluntaria que el mercado expulsa. Su límite no es financiero, sino, desbordar la capacidad productiva y laboral de la sociedad provocando inflación. La pregunta no es como se financia, sino cuanta inflación puede generar el gasto, una vez que se alcanzó el techo de la capacidad productiva.

 

El trabajo garantizado no es una quimera inalcanzable. Podríamos decir que es una revolución sin revolución. Que se transforme en fuerza política depende de nosotros.

 

 

 

  ARIEL LUPO

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